Páginas

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Los Reyes Magos son de verdad

Papá llegó a casa y se sentó con su hija para escuchar como le fue el día. La niña en voz baja y misteriosa le preguntó: ¿Existen los Reyes Magos? 
– ¿Papa?
– Sí, hija, cuéntame.
– Oye, quiero… que me digas la verdad.
– Claro, hija. Siempre te la digo, respondió el padre un poco sorprendido.
– Es que… titubeó Cristina.
– Dime, hija, dime.
– Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
– Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
– ¿Y tú qué crees, hija?

– Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
– Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero…
– ¿Entonces es verdad?, cortó la niña con los ojos humedecidos. ¡Me habéis engañado!
– No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen, respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina.
– Entonces no lo entiendo. Papá.
– Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Cristina se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
– Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
– ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
– ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
– Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.

Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
– Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?

– ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero. no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
– No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
– ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración.
– Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
– Sí, claro, eso es fundamental, asistieron los tres Reyes.
– Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
– Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje, respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
– Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
– Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen.
También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
– Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.

Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
– No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Niños desafiantes... ¿Qué podemos hacer?

Hay niños a los que les cuesta cumplir las normas, seguir instrucciones y que, a menudo, desafían abiertamente a sus padres. Cuando les pedimos algo, la palabra que más escuchamos es "no", "ahora voy", "luego"... Tienen dificultades para tolerar la frustración, quieren salirse siempre con la suya, parece que se sienten cómodos en el conflicto, parece "que nos buscan" (y, a menudo, nos encuentran).

Y los papás nos preguntamos... ¿Por qué mi hijo se comporta así? ¿Qué hago mal? ¿Cómo debo tratarle?Vamos a tratar de dar respuesta a estas preguntas.

¿Por qué se comporta así?

Puede haber muchas causas detrás del comportamiento desafiante y disruptivo de nuestro hijo. Por lo general, habrá más de una causa, ya que en psicología rara vez una única causa explica un comportamiento. Es posible que nuestro hijo tenga untemperamento difícil, un carácter fuerte, o que tenga unos rasgos depersonalidad determinados que favorecen este tipo de comportamientos. Esto es algo con lo que el niño "nace", son factores hereditarios.

Por otro lado, está el estilo educativo de los padres. Generalmente, detrás de estos problemas de conducta hay un estilo educativo parental demasiado permisivo. Papás a los que les cuesta hacer cumplir las normas, que tienen dificultades para manejar los retos y desafíos de los niños o que sucumben a menudo a las peticiones de los niños "por no oírles". Los niños tienen una capacidad especial para llevar la perseverancia a su máxima expresión, y lo difícil es mantenernos firmes y ser más constantes aún que ellos.

"Detrás de estos problemas de conducta hay un estilo educativo parental demasiado permisivo"

Hay que tener en cuenta también si existe algún otro problema que pueda estar influyendo en la conducta de nuestro hijo. Por ejemplo, los niños con TDHA, en un alto porcentaje, presentan problemas de conducta. Los niños depresivos también pueden exhibir este tipo de comportamientos, ya que la depresión en niños no tiene los mismos síntomas que en el adulto.

Por otro lado, una baja autoestima o inseguridad pueden expresarse de esta manera, así como problemas con sus relaciones: sufrir bullying en el colegio, celos de algún hermanito, necesidad de más atención por parte de los padres... A veces, estas malas conductas son la manera en que los niños expresan la rabia que sienten por otras cosas que están sucediendo en su vida y sobre las que no tienen control.

Es importante pedir ayuda de un profesional si sospechamos que nuestro hijo pueda presentar cualquiera de estos problema. Por lo general, como decíamos, la causa suele ser la suma de varias.

Si hemos descartado que el niño necesite intervención psicólogica, y consideramos que se trata más bien de un problema relacionado con su temperamento y nuestro estilo de crianza, es el momento de ver qué podemos hacer.

¿Qué estoy haciendo mal?

No se trata de buscar culpables, pero si de asumir responsabilidades. Como padres tenemos que ser conscientes de esa responsabilidad. Hay una parte que no depende de nosotros y que, cómo decíamos, puede estar relacionada con el carácter del niño o con circunstancias por las que atraviesa, pero hay otra parte que depende directamente de nosotros. De si conocemos bien a nuestro hijo, del tiempo y la dedicación que le brindamos, de nuestra capacidad para informarnos y "aprender" a educar a nuestros hijos. De nuestro estilo educativo y nuestra dispobilidad emocional.

¿Qué podemos hacer?

Empezar a educar desde que nacen. A veces escucho a los papás decir que no ponen límites a sus hijos, o no les dicen cómo deben comportarse, o no les enseñan normas básicas de educación... "porque son demasiado pequeños" (y no se están refiriendo a un niño de un año). Los niños están aprendiendo SIEMPRE. Son pequeñas esponjas con una capacidad grandísima de aprendizaje, de observación, de ensayo y error. Habrá muchas cosas que las aprenderán simplemente de vernos a nosotros. Otras irán aprendiéndolas a base de experimentar las consecuencias de sus actos. Otras por ensayo y error. Y muchas otras, porque nosotros se las enseñamos directamente.

La frustración. El gran caballo de batalla

La frustración es el sentimiento desagradable que se experimenta cuando no se consigue lo que uno quiere. Aprender a tolerarla es muy importante, porque en la vida son muchísimas las ocasiones en que es necesario tolerar lo que no nos gusta, que las cosas no salgan como esperamos, etc. ¿Y cómo se aprende? Poco a poco, desde pequeños. En primer lugar, experimentándola. Los padres a veces no permitimos que eso suceda. Nos anticipamos a las consecuencias negativas de las cosas, sobreprotegemos. Damos a los niños todo lo que piden. Consentimos sus conductas inapropiadas. Así que no les estamos permitiendo experimentar la frustración.

Y aprender a manejarla. Este es el segundo aprendizaje que deben hacer nuestros hijos. Aprender a tolerar las emociones negativas que acompañan a la frustración, y saber qué hacer con ellas, cómo expresarlas.

La rabia es la emoción que suele aparecer. La rabia se puede expresar de muchas maneras, algunas mejores para nosotros que otras. Puede aparecer en forma deviolencia ( pegar, insultar, golpear objetos), en forma de llanto, de gritos, etc.

Como padres debemos favorecer una expresión adecuada de la ira,enseñando al niño a ir controlándola y manejándola, y permitiendo que esa emoción se exprese pero en formas más adaptativas. Se trata de dar salida a la ira, no se trata de evitarla o de anularla. Pero de la manera adecuada.

Poner límites claros, normas claras

Y hacerlas cumplir. Hay muchas formas. No es necesario ni mucho menos estar todo el día castigando. Hay que saber motivar, hay que hacer entender las consecuencias de sus actos, también permitir que las experimenten, hay que ofrecer consecuencias positivas a su buen comportamiento, y hay que predicar con el ejemplo.

Ser consecuente, y perseverante

No vale castigar y levantar el castigo a la media hora. No vale permitir hoy una conducta, y mañana no. No vale educar según tenga yo el día ni según mi grado de cansancio.

Elegir las batallas

Pocas pero con paso firme. No tolerar lo intorable. Y dejar pasar lo intrascende. A veces nos desfondamos en cosas sin importancia "lávate los dientes", " no pongas los pies en el sofá", pero permitimos insultos, agresiones y faltas de respeto.

Si ves que no sabes cómo hacerlo... pide ayuda

A veces los padres necesitan unas pocas sesiones de asesoramiento con un psicólogo para que les dé pautas. Otras veces es necesario también intervenir con el niño, pero no siempre. Ante la duda, consultar. También son muy importantes las escuelas de padres y los libros sobre educación.

"Cuando nace un niño, nacen un padre y una madre". Y no, no traen manual de instrucciones. Así que tomemos nuetro tiempo en aprender a ser buenos padres y madres, porque es de las tareas más bonitas y, a la vez, más difíciles que vamos a hacer en nuestra vida.



FUENTE: Úrsula Perona - Psicóloga Infantil.

viernes, 4 de septiembre de 2015

¿Cómo actuar para que vaya más contento al cole?

Vamos a comentar brevemente en que consiste el periodo de adaptación para que también os sirva de reflexión y ayuda para resolver las dudas que podáis tener sobre este periodo o de algún modo superar la angustia, si la hubiera, que os puede suponer dejar al niño en la Escuela Infantil.
Sabemos que el ingreso en la escuela infantil supone un cambio muy importante para el niño, “normalmente” es la primera vez que se separa de su familia, sale de su hogar para pasar a un espacio totalmente desconocido, con adultos desconocidos y con otros niños.
Las familias también sufrís una adaptación, ya que suele ser la primera vez os separáis de vuestro hijo. Y lo mismo sucede con las educadoras, que también tienen que adaptarse, cada niño es diferente, hay que conocerle, saber sus gustos y preferencias, y conseguir que disfrute y sea feliz en los primeros momentos, y luego, durante el curso.
La entrada del niño en la escuela infantil supone para él un importante cambio: Implica la salida del entorno familiar donde el niño ocupa un papel determinado, con una forma determinada de comunicarse y con un espacio que conoce, que le da seguridad y protección, y todo esto va a modificarse: su mundo de relaciones va a ampliarse al salir del círculo estrecho familiar, nuevos adultos y nuevos niños, y va a entrar en contacto con un nuevo espacio: la escuela.
Este será paso muy importante en la vida del niño, y aunque en algunos casos al principio la separación le resultará dolorosa, el niño lo irá asimilando, y gracias a esta separación se incrementará su autonomía personal y su grado de socialización. Además de ser un paso necesario para aprender que los cambios no tienen por qué ser malos.
El niño experimenta cambios en las áreas de: higiene, alimentación, sueño, rutinas, las rutinas que se establecen en la Escuela Infantil, les ayudan en su organización del tiempo y la actividad, a relacionarse con sus iguales, con los adultos y en la organización del espacio y objetos.
Es posible que durante este periodo puedan aparecer en el niño conductas de rechazo:
·         Hay niños que desde el punto de vista somático pueden tener alteraciones de sueño, de alimentación, vómitos…
·         Algunos sienten ansiedad ante la separación y pueden sentir abandono, miedo, surgen los celos de los otros hermanos, o pueden tener comportamientos agresivos.
·         Desde el punto de vista afectivo y social se observa:
o    Niños que lloran: es la manifestación más generalizada.
o    Niños que no lloran y participan en la escuela de forma resignada porque la actividad les resulta novedosa, pero en el hogar manifiestan conductas negativas.
o    Niños que lloran y se niegan a ser atendidos por extraños.
o    Niños que se mantienen aislados, no participan, no se relacionan, permanecen sin moverse.
o    Niños que se aferran fuertemente a algún objeto que traen de casa, participan pero con el objeto en la mano.
Debemos saber que estas son manifestaciones normales de este periodo y que si lo entendemos de una forma natural estaremos ayudando al niño en la resolución de este proceso que es el periodo de adaptación.
Para todo ello va a necesitar que le ofrezcamos una gran comprensión y ayuda, ayuda que no consiste en evitar sus sentimientos y conflictos, sino en entenderlos. Y que comprendáis que cada niño tiene un ritmo de adaptación personal que hay que respetar.
Cuando hablamos de la separación mutua de niño-familia, entendemos que no sólo se adapta el niño, sino que los padres van a tener que adaptarse también.
Los padres tendréis una gran influencia en sus temores, sus expectativas, su ansiedad,... todo lo que vosotros sintáis: La inseguridad, la culpabilidad por la separación, el temor ante el cuidado que vaya a recibir el niño, todo eso son sentimientos habituales en los padres, pero debéis cuidar al máximo vuestras manifestaciones externas, para no trasmitir al niño inseguridad.
Consejos para padres
De forma que, algunos consejos que podemos daros son:
·         Lo que hemos comentado, recordaos que vuestra actitud es muy importante. Es necesario no actuar con inseguridad, duda o culpabilidad.
·         Durante el periodo de adaptación, en la medida de vuestras posibilidades es conveniente que intentéis llevarle y buscarle vosotros, eso le dará seguridad y se acostumbrará antes al cambio.
·         Debemos evitar el chantaje afectivo de “no llores que mamá se va triste”, o la mentira “no llores que mamá viene ahora”.
·         Cuando sea la hora de marchar es mejor no alargar la situación: decir adiós con seguridad y alegría. Es importante que no piense que la marcha de los padres es opcional o que si protesta con fuerza impedirá la partida.
·         No prolongar las despedidas en exceso. Hay que trasmitir al niño que lo que estáis haciendo es lo mejor para él.
·         Dejaremos que el niño lleve, si así lo desea, su juguete favorito, algo que le sea familiar y le mantenga unido con su hogar.
·         No es un buen momento para introducir más cambios en la vida del niño (quitar pañales, cambio de habitación...) Será conveniente esperar a que supere el proceso de adaptación.
·         Evitar al recogerle frases como “ay, pobrecito, que le hemos dejado solito”, “¿qué te han hecho?”
·         Puede que el niño, en el reencuentro con los padres llore o muestre indiferencia, estas son algunas manifestaciones que no deben angustiarnos, a veces el niño también experimenta sentimientos ambivalentes, contradictorios, al mismo tiempo siente la separación con la educadora y el deseo de ir con sus padres.
·         Es posible que surjan pequeñas dificultades, no os alarméis, solo está adaptándose a un ritmo diferente.
·         Ese pequeño desequilibrio del inicio del curso debe contemplarse desde una actitud serena de normalidad.


Para ampliar información sobre el Periodo de Adaptación:
http://www.stimulos.es/archivos_subidos/periododeadaptacion.pdf


lunes, 15 de diciembre de 2014

¿Qué hacer cuando un niño muerde?


Los niños pequeños muerden por muchos motivos diferentes y el primer paso para reducir las mordidas es entender por qué lo hace.

Posibles motivos:

- Porque no sabe expresar de otra manera sus sentimientos fuertes
- Por dificultades a la hora de jugar con otros niños
- Por causa y efecto
- Exploración y aprendizaje
- Estímulo oral
- Dentición
- Imitación
- Hacer frente a sentimientos incómodos…

El segundo paso es cambiar las situaciones a fin de impedir las mordidas:

- Por frustración:

Le ponemos nombre a lo que le ocurre:

Qué frustrado estás.
Quieres ese juguete…

Le enseñamos palabras sencillas como “mío” y “no”, algún gesto de ayuda….



- Se siente abrumado al jugar con otros niños o cerca de ellos:

Únase a los juegos de su hijo sentándose en el piso y dándole sugerencias para jugar.



Quizás lo que necesite es ayuda para entender las ideas de otros niños.

- Causa efecto:

Explíquele de manera clara y tranquilamente que las mordidas duelen.
Reaccione de manera neutral, sin emociones para que al explicárselo al niño él no vea que sus mordidas tienen una reacción intensa en los adultos ya que de lo contrario, es posible que se convierta en un reforzador.
  • Damos alternativas de experimentos:
o Decir adiós con la mano para que otros también le digan adiós
o Dejar que le haga cosquillas para que vea como se ríe…

- Para recibir estímulo oral:
Ofrézcale cosas para morder como galletas saladas o juguetes de dentición.



- Por la dentición:
  • Dele un anillo de dentición o un paño para mascar.
  • Juguetes de dentición fríos pueden aliviar.


- Por cansancio:
  • Ofrézcale oportunidades más frecuentes de descanso adelantándole la hora de la siesta poco a poco entre 10-15 minutos.
  • Minimice las actividades estimuladoras cuando está cansado.


- Por hambre:
  • Dele cosas para comer más a menudo (galletas…)


- Por aburrimiento:
  • Proporciónele actividades y juguetes novedosos para explorar
  • Cambie el ambiente cuando vea que no se enfoca en lo que hace o lo note aburrido.


- Por ansiedad:
  • Intente reducir la confusión o la incertidumbre hablando sobre los cambios, horarios, planes…
Tercer paso: En el momento que el niño muerde debemos hacer lo siguiente:
- Quitamos rápida pero tranquilamente al niño de la persona a la que ha mordido sin gritarle ni regañarle. Le decimos tranquilamente, de manera clara y firme:
  • No se muerde
  • Las mordidas duelen
  • Deja de hacer eso


Muestre la mordida del otro y explique los efectos de la mordida:
  • Ahora el nene llora y está triste
  • Le duele!


- Enfoque su atención en el niño que ha sido mordido para enseñarle la empatía.



- Reconozca los sentimientos del niño y póngale nombre.



- Dele alternativas:


  • Las mordidas duelen, la próxima vez……
Hay que tener paciencia ya que para aprender una manera nueva de hacer frente a los sentimientos es difícil.
Siga observando al niño para ver las causas y use las palabras para expresar la experiencia del niño.
Hasta que cese el comportamiento, quédese cerca del niño cuando esté con otros.
Instruya al niño sobre los dientes y para qué sirven…


  
            Sabrina Martínez Torrecillas
Psicóloga en Stimulos


martes, 4 de noviembre de 2014

¿Qué hacer para que el niño comience a hablar?

A los niños hay que hablarles de forma clara, como a un adulto, y correctamente

Los padres tienen que hablar siempre a los niños, desde que nacen.

Los padres juegan un papel crucial en el desarrollo del lenguaje de sus hijos. Hay muchas formas de estimular ese aprendizaje en los niños, con actividades, juegos, gestos... pero lo más importante es que, desde que nace, los padres hablen mucho al bebé. No solo le ayudarán en la adquisición de sus primeras palabras sino que también le facilitarán algo tan importante en el ser humano como es la comunicación.
«En el bebé, la voz de los padres es la herramienta más útil», afirma Cristina Municio, logopeda de la Consulta de Logopedia CMV, de Madrid. Y ya desde esa etapa tan temprana se puede establecer una comunicación: el bebé comienza a producir sus primeros sonidos, sonidos que los padres pueden repetir. Es decir, el niño empieza a establecer sus primeras conversaciones respondiendo a la voz de los padres con sonrisas y arrullos: «Gorgojea, la madre repite, el niño se ríe, la madre responde con alborozo y el niño vuelve a repetir», explica Municio. Desde luego, usar juguetes con sonidos (por ejemplo, un sonajero) también ayuda a establecer esos primeros intercambios.

A partir de aquí se inicia un proceso de aprendizaje del lenguaje que irá evolucionando según las diferentes etapas de desarrollo del niño. Cristina Municio ofrece una serie de recomendaciones para que los padres faciliten a sus hijos ese proceso hasta que comienzan a hablar:
  1. Salvo en los momentos de juego, los padres deben dirigirse a los niños de forma clara y como a un adulto.
  2. Las palabras se pronuncian y repiten siempre de forma correcta:«¿quieres agua?» y no «¿quieres aba?»; el adulto debe decir «perro» y no «guau, guau»...
  3. Es muy importante hablar mucho al niño desde que nace. Así no solo desarrolla el lenguaje sino también la comunicación.
  4. A la hora de corregir, hay que pronunciar correctamente la palabra o la frase y no pedir al niño que la repita hasta que sepamos que puede hacerlo correctamente. Un ejemplo de lo que no hay que hacer: es muy frecuente pedir a los niños que no han adquirido el sonido «r» que repitan el trabalenguas «el perro de San Roque...».
  5. Lo más importante es la comunicación: que el niño sepa que le entendemos. Por tanto, hay que prestarle atención a lo que quiere decir. Esto implica una escucha y una actitud activas en la conversación. La logopeda pone un ejemplo: «Si le preguntamos cada día al salir del cole ¿qué has hecho hoy?, probablemente la respuesta sea nada, no sé, jugar... Tenemos que mostrar interés preguntándoles: ¿has jugado? ¿con quién? ¿a qué? ¿dónde? ¿cómo?...».
  6. Desde que nacen, a través del juego y de la conversación se puede estimular el lenguaje en el niño. Es necesario crear rutinas y tiempos de comunicación adaptándolas a cada edad. Las actividades diarias ayudan mucho. Por ejemplo, en el recién nacido podemos aprovechar el momento del baño para hablarle, salpicarle, mover sus brazos y piernas y darle crema en la piel, siempre hablándole. Cuando el bebé tenga 18 meses, esa rutina seguirá siendo la misma pero cambiará el juego y las palabras: soplar pompas, mover un juguete sumergiéndolo y sacándolo fuera de esta forma se le puede enseñar las palabras dentro-fuera, al dar crema se puede ir nombrando las partes del cuerpo...
  7. Para ser activos en la comunicación hay que buscar tiempos de calidad: en el juego, en las actividades diarias y en actividades conjuntas.
  8. Consultar al logopeda cuando algo no funciona bien. No dejarse llevar por la creencia de que el niño ya madurará, porque eso impide abordar de forma preventiva dificultades que después se complican con el tiempo. La falta de respuesta a los estímulos es una llamada de atención.
Cómo es el desarrollo del lenguaje

  • Tres meses: aparecen sonidos guturales.
  • Cuatro meses: surgen ya sonidos intencionados.
  • Cinco meses: el bebé empieza a vocalizar.
  • Ocho meses: se producen los primeros intercambios vocálicos entre madre y niño. Primeras conversaciones.
  • Diez meses: aparecen las primeras palabras cortas. La inclusión de alimentos semisólidos en la dieta produce que los labios, la lengua y los músculos encargados de la masticación vayan fortaleciéndose y preparándose para una articulación.
  • Un año: el niño comienza con el desarrollo léxico, contando en su repertorio lingüístico con tres o cinco palabras: mamá, papá, tata, caca...
  • Trece/catorce meses: se inicia la etapa denominada holofrástica (palabra-frase) en la que el niño emite frases de una sola palabra o elementos con varios significados, por ejemplo la palabra «abe» (abrir) la utiliza para expresar diferentes acciones. Comienzan una serie de cambios:
—Sabe utilizar el nombre de las personas de la familia y otros próximos a él.
—Empieza a comprender los calificativos que emplea el adulto (bueno, malo).
—Comprende la negación y la oposición del adulto e incluso la interrogación.

  • Entre los 18 y 24 meses: ya cuenta con un vocabulario de 50 palabras. Empieza a combinar de dos a tres palabras en una frase. Utiliza nombres, verbos y calificadores.
  • Dos años: su vocabulario es de 300 palabras. Aparece la utilización de los pronombres personales «yo» y «tú» y el posesivo «mi» y «mío». Aparece la función simbólica, el niño tiene la capacidad de representar mentalmente las cosas y evocarlas sin necesidad de que estén presentes.
  • Dos años y medio: el niño ya habla, sabe negar, hacer inflexiones y su lenguaje se irá plagando de frases con una entonación perfecta y una articulación defectuosa, pero funcional para la comunicación en familia.
Fuente: Abc.es Familia.